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¡No quiero ir al colegio!

Si tu hijo se muestra renuente a asistir a clases, no siempre se trata de simple ‘pereza’ al estudio. Hay razones más serias para no querer ir. Te las explicamos.

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Después de un plácido fin de semana, volver al trabajo resulta, a veces, aburrido y monótono. Si tú, como adulto, sientes pereza de iniciar otra semana de labores, piensa que un niño también experimenta esa sensación de ‘qué pereza’, la cual, en ciertas ocasiones, es normal.

Sin embargo, cuando asistir al colegio se convierte en una pesadilla y notas que tu hijo ha desarrollado cierta ‘fobia escolar’, preocúpate.

Los primeros días de clase o el cambio de colegio son unas de las razones más frecuentes por las cuales un menor no quiere ir a clases, ya que esto le implica ser aceptado y reconocido por los demás; en otros casos, las amenazas de los maestros o compañeros de clase, lo cual se conoce como ‘terrorismo psicológico’, despiertan en él un miedo al ámbito escolar.

Hay ocasiones en las cuales las críticas permanentes de los errores que comete, hacen que el niño se sienta incapaz de cumplir con sus deberes escolares y, por tanto, se resista ir al colegio.

Si son pocos los reconocimientos y más los señalamientos, el menor puede convertirse en una persona insegura e indecisa frente a la vida.

Ojo la sobreprotección tampoco es la salida: los padres no deben solucionar de forma inmediata los problemas del niño, ya que él tiene que aprender a afrontar las situaciones adversas.

Aunque en la primaria puedes colaborarle con las tareas, no es conveniente que se las hagas con frecuencia, porque podría entender que no puede manejar sus responsabilidades y que requiere ayuda de terceros para responder por sus labores académicas. Hasta los 6 ó 7 años de edad, colabórale con sus trabajos escolares. Más adelante, el pequeño debe adquirir cierta autonomía.

·            Otras causas

“Los niños también pueden sentirse amenazados por actitudes de los maestros que no implica que estén actuando mal, o el niño puede sufrir un trastorno de ansiedad en el cual piensa que algo malo le puede suceder a sus padres mientras él está en el colegio y prefiere quedarse en casa ‘cuidándolos’; algo muy común en los menores sobreprotegidos”, afirma el doctor Álvaro Franco, médico psiquiatra infantil.

Esa ‘ansiedad de separación’ que experimenta el preescolar por miedo a que lo dejes para siempre en el jardín, le crea rechazo hacia éste; mientras que el infante que va a comenzar su primaria muestra apatía frente el colegio porque teme perder el año, ser rechazado por sus compañeros, o convertirse en blanco de burlas.

Algo muy importante: si eres de las mamás que satisfacen todos los caprichos de su hijo, cuando éste llegue por primera vez al colegio, lugar en el cual priman la disciplina y la responsabilidad, es posible que no se adapte y prefiera no asistir.

Si el temor del pequeño es exagerado –rechazo manifiesto o fobia al colegio–, tal vez sería conveniente consultar con un especialista e iniciar un tratamiento; también cuando su actitud se convierte en el problema de toda la familia.

Por último, debes tener en cuenta que la motivación facilita el aprendizaje. Tu hijo necesita que lo incentives con frecuencia, especialmente en lo que respecta al ámbito escolar, que le hagas ver los aspectos positivos del colegio, y que sus maestros lo comprendan y le brinden la posibilidad de que exprese sus temores. Si estos últimos son la causa del temor de tu hijo, habla con ellos.

Recuerda: tu hijo va a estudiar prácticamente la mitad de su vida y hay que hacer que le guste el estudio desde pequeño. Éste no debe verse como un castigo sino como la oportunidad de formarse y ampliar los conocimientos.

·           ¿Por qué actúa así?

Los niños tienen diferentes formas de demostrar su temor o desagrado frente a ciertas circunstancias. Cuando el colegio es su ‘peor pesadilla’, éstos son algunos de los síntomas que pueden presentar:

. Irritabilidad
. Fobia de ir al colegio
. Dolor de cabeza o de abdomen
. Pesadillas
. Trastorno del apetito
. Bajo rendimiento académico
. Falta de atención
. Dificultad para memorizar
. Gripe y fiebres constantes

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